En este blog hemos hablado en incontables ocasiones de la visión, la óptica, la salud visual y, en definitiva, de cualquier fenómeno relacionado con nuestros ojos. En fin, por algo nos dedicamos a la salud visual y auditiva. Pero no es menos cierto que muchas veces hemos aprovechado este espacio para referirnos a asuntos poco agradables como enfermedades y dolencias de nuestro órgano visual.
Vamos a mirar en otra dirección para empezar con optimismo el año. Porque también tenemos ojos para lo bello y para el placer visual. Por eso vamos a hablar de uno de los fenómenos ópticos más hermosos que nos ofrece la naturaleza: el arcoíris.
Un espectáculo de luz
El arcoíris es un espectáculo de colores que podemos disfrutar en algunos días de lluvia. Parece cosa de magia, pero en realidad se trata de un fenómeno físico que ocurre al descomponerse la luz del sol en el espectro visible. ¿Cuándo sucede esto? Pues cuando se produce la refracción de la luz al atravesar los rayos solares las diminutas gotas de agua que hay en la atmósfera en este tipo de día.
El resultado final para nuestros ojos es un bello arco formado por arcos concéntricos de vivos colores.
El prisma de Newton
Antes de la famosa portada de Pink Floyd, el científico Isaac Newton ya jugaba con prismas de cristal. Con la ayuda de uno logró descomponer la luz del Sol en siete colores: rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta (aunque en realidad es una gradación continua).
Newton comprendió que el índice de refracción es un poco distinto para cada longitud de onda (es decir, para cada color) por eso apreciamos esa descomposición de la luz blanca en sus colores fundamentales. Cuando observamos un hermoso arcoíris realmente estamos viendo la recreación de la naturaleza del experimento de Newton, en el que cada diminuta gotita de la atmósfera hace de prisma refractor.